Hoy jueves 17 de septiembre
desperté con la noticia del fallecimiento de Eraclio Zepeda, partió al eterno
oriente en la madrugada a la edad de 78 años, dejando a la nación un sinfín de
palabras que juegan entre ellas para describir como nadie los diversos paisajes
de su estado natal, formando así un importante acervo cultural sobre costumbres
y tradiciones de los chiapanecos para el mundo.
La primera vez que escuché a Don Eraclio o Laco como le
dicen sus amigos, y repito “escuché” porque antes de leerlo pude disfrutar de
una de sus tantas narraciones, fue hace algunos años en una feria municipal del
libro en Tuxtla Gutiérrez, en ese entonces yo no sabía quién era él pero cuando
empezó a hablar descubrí que tenía el asombroso poder de la palabra, y no ese don
que sirve para amansar lobos o acarrear ovejas, sino ese don que trasporta a
mundos que sin conocerlos te vuelve un habitante de ellos y con cada
exclamación recuerdas que ya conocías cada rincón de las palabras de este
extraordinario cuentista y narrador chiapaneco. Recuerdo bien que al salir de
aquella conferencia, inmediatamente adquirí su libro “Benzulul” y me convertí
en uno de sus admiradores.
Ver a Don Eraclio recorriendo la ciudad era algo muy común,
asimismo encontrarlo en eventos culturales y tomarse fotografías con él
también, era una persona muy afable y siempre dispuesta a contar alguna de sus
historias, por ello es que en octubre del 2014 junto con mi amigo Samuel
Revueltas, creamos la Asociación Cultural “Don Chico que vuela”, nombre de uno
de los cuentos más populares de Eraclio Zepeda, en ese sentido la AC tiene como
fin fomentar la lectura en nuestro estado y honrar al escritor que inspiró el
nombre. Recuerdo bien que en cada evento en donde nos lo encontrábamos
pensábamos en pedirle que nos apadrinara, pero fue un tema que siempre
postergamos.
La última vez que vi a Don Laco, fue en su casa una mañana
del sábado ocho de agosto del año en curso, yo tenía muchas fotos con él pero
jamás le había pedido que me autografiara uno de sus libros, así que ese día
llevé su libro de cuentos “De la marimba al son”. La razón de la visita era
entrevistarlo por el 123 Aniversario de Tuxtla como capital de Chiapas y
preguntar sobre cómo surgió “Don Chico que vuela”, al punto asistimos Samuel
Revueltas, Alejandra Aguilar y yo.
Como siempre el recibimiento por parte de Eraclio Zepeda fue
de lo mejor y sus anécdotas sobre Tuxtla no se quedaron atrás, mientras Samuel
Revueltas hacía las preguntas, yo documentaba en video la entrevista y
Alejandra Aguilar escuchaba a los lejos con atención todo lo que decía, cabe
señalar que hasta ese momento ella desconocía la obra de Laco y que esa fue la
última entrevista que se le realizó.
Sobre “Don Chico que vuela”, nos contó que efectivamente
dicho personaje si existió allá por el rumbo de Comitán y que era un señor que
quería volar, obviamente no lo consiguió pero “ahora por fortuna Don Chico
vuela todos los días”, afirmó con esa sonrisa que lo caracterizaba.
Concluyendo la entrevista Eraclio Zepeda se levantó de su
silla y se dirigió a Alejandra para preguntarle: “¿Te aburrí muchacha?”, a lo
que ella respondió que no, porque al igual que todos los que por primera vez lo
escuchamos quedamos maravillados con su narrativa mágica que lo identificaba.
Finalmente autografió mi libro y prometió apadrinar nuestra
AC, lamentablemente el tiempo no perdona la pérdida del mismo y hoy Don Laco ya
no está con nosotros físicamente, pero nos continuará acompañando en cada uno
de sus libros y en cada anécdota que todos podremos contar sobre él, sobre ese
hombre que escribía sobre indios porque eran las personas que mejor conocía, si
hubiera conocido cosmonautas hubiera escrito sobre cosmonautas, declaró alguna
vez.